El bosque donde habita el viento – Susurros de sauces en la ciudad

Un bosque de sauces en la ciudad ofrece un respiro tranquilo, enseñándonos el ritmo suave y natural de la vida. A veces, basta con quedarse quieto e…
El bosque donde habita el viento – Susurros de sauces en la ciudad

En el borde del mar, al atardecer, una pausa en silencio

 Su silueta frente al atardecer guardaba una pregunta callada. En la calma del mar, nos reencontramos en silencio con nosotros mismos.

En esta tarde con brisa,
mientras el suave sonido de las olas acaricia los oídos,
ella contemplaba el mar en silencio.

Hay sentimientos que no necesitan palabras.
Momentos en que puedes sentir cómo fue el día de alguien,
lo que pesa en su corazón, sin decir nada.

El atardecer va tiñendo el cielo lentamente,
la luz brilla sobre la superficie del agua.
Con cada movimiento de su cabello,
el viento trae historias que no podemos oír.

Todos tenemos momentos
en los que solo queremos detenernos.
Instantes en los que, en medio de la rutina,
queremos aferrarnos a algo que parece irse.

Mirar el mar sin decir una palabra,
en ese acto tan simple,
hallamos una gran sanación.
Las emociones olvidadas emergen,
y lo que estaba guardado en lo profundo comienza a disolverse.

El sol se va ocultando,
el cielo se vuelve más rojo.
En esa mezcla fugaz de luz y sombra,
su silueta parecía estar esperando algo.

Quizás se hacía una pregunta en silencio:
“¿Dónde estoy ahora en mi camino?”
“¿Cómo está mi corazón?”

Las respuestas no llegan pronto.
Pero el simple hecho de hacerse la pregunta
ya es un acto de valentía.

El mundo es siempre ruidoso,
y las tareas no se acaban.
Pero momentos como este,
cuando hacemos una pausa y respiramos,
son lo que realmente necesitamos.

El sol de hoy pronto se irá,
pero su resplandor quedará en el alma.
Y como el sol que vuelve a salir,
nuestro corazón también volverá a iluminarse.

La calma que encontró hoy en el borde del mar
será un consuelo profundo,
más fuerte que cualquier palabra.

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