El bosque donde habita el viento – Susurros de sauces en la ciudad

Un bosque de sauces en la ciudad ofrece un respiro tranquilo, enseñándonos el ritmo suave y natural de la vida. A veces, basta con quedarse quieto e…
El bosque donde habita el viento – Susurros de sauces en la ciudad

Entre el techo y el cielo, donde habita la quietud

Entre el techo del hanok y el cielo nublado habita la quietud. En ella, me reencuentro, suave y profundamente.


El tejado curvo de un hanok se abre suavemente hacia el cielo.
Cuando el cielo nublado se extiende arriba,
el tiempo parece ir más despacio.

El techo es firme pero suave.
Las tejas apiladas parecen memorias guardadas.
Bajo ellas, mi corazón se calma.
El ruido del mundo se aleja; solo queda este momento.

Cada teja guarda rastros del pasado,
el aliento de artesanos de antaño.
Su perfección silenciosa habla
de siglos de cultura.

En la esquina donde se cruzan los techos,
mi mirada se eleva al cielo.
No importa si no está despejado.
Con un rayo de luz entre las nubes, basta.

El hanok se siente sin necesidad de palabras.
Texturas de madera, viento entre celosías,
y hasta el alma se siente acogida.

Todo se mueve lento aquí.
Algunos dirán que es aburrido,
pero en esa lentitud
recupero mi aliento.

Vivimos tan rápido
que nos olvidamos de nosotros mismos.
Pero la calma del hanok
me devuelve a mí.

Entre el techo y el cielo,
en ese pequeño espacio, habita la quietud.
Y en ella, me siento abrazado.
Como este instante.

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