El bosque donde habita el viento – Susurros de sauces en la ciudad

 Un paseo tranquilo por la ciudad al atardecer. Un lugar para hacer una pausa, reflexionar, y seguir caminando a tu propio ritmo.

Cuando las farolas comienzan a encenderse una a una,

camino en silencio por este sendero.

El cielo se tiñe de un azul del atardecer,

y aunque la ciudad aún respira con prisa,

aquí solo queda el silencio.

Este camino es un sendero peatonal ordinario.

A ambos lados se alzan jóvenes árboles,

y a veces solo quedan las huellas de alguien.

Pero aquí aprendo el calor de la palabra “descanso”.

Entre el ajetreo del día,

este momento me detiene para reflexionar.

A la izquierda, escaleras; a la derecha, un arroyo fluye lentamente.

Al caminar entre ellos,

a veces siento que la prisión de la ciudad tiene una grieta.

Incluso entre edificios grises,

el suave olor del pasto y el susurro del viento me abrazan.

A veces me pregunto a dónde lleva este camino.

Pero más que el destino,

importa el hecho de que estoy caminando aquí y ahora.

Solo al caminar,

mi mente se va ordenando lentamente,

y recibo el consuelo de que está bien ir a mi ritmo.

Para otros, esto será solo una senda.

Para mí, es un pequeño santuario

donde cierro el día y recargo el valor para seguir.

A medida que las sombras se alargan bajo la luz

y la brisa nocturna acaricia mi mejilla,

siento que el día termina con suavidad.

Incluso en la ciudad hay momentos así de tranquilos.

Si los recuerdo,

mañana también podrá comenzar con suavidad.